El Nivel Inicial debe ofrecer situaciones de juego para el despliegue lúdico del niño para ayudarlo a desarrollar su capacidad representativa, creatividad, imaginación y comunicación, como puente para comprender el mundo.
La didáctica lo toma como una actividad fundamental de la infancia, ya que incrementa su autonomía, su libertad de elección, de opinión siendo una situación de aprendizaje y de placer por sí mismo, preparándolo para su futuro tanto en lo social y afectivo, fortaleciendo su personalidad frente obstáculos, su seguridad y su competitividad para su vida futura. El amor al juego en el niño se puede relacionar con el amor por el trabajo en el hombre.
El juego fue estudiado por los primeros pedagogos con propuestas teóricas desde lo filosófico, psicológico y cognitivo.
En nuestro país, haciendo un recorrido histórico, tuvo una modalidad organizativa, propia en cada década.
Froebel (1826), desde lo filosófico, lo establece como un sistema de trabajo, actividad natural del niño y método privilegiado de educación, siendo una manifestación libre y espontánea del interior del sujeto, según la significación propia de la voz “juego”, como definición del hombre, manifestando su inteligencia en los primeros años. El juego es original, gozoso, libre, momento placentero entre él/ella y con el mundo, siendo el fin y el origen de los mayores bienes.
Crea los dienes, material didáctico, para ejercitar tamaño, formas, colores estimulando el trabajo manual, resultando ejercitaciones artificiales que no le permitieron al niño otorgar sentido.
Las hermanas Agazzi, pensando en la educación del niño libre y espontánea, se basan en que la estimulación docente le permite obrar según sus intereses, otorgándole importancia a lo social y a lo físico, al canto, al lenguaje de su comunidad y a los materiales del medio físico, introduciendo materiales de desecho y las contraseñas para incentivar la autonomía.
Borruat (1924), desde lo psicoanalítico, relaciona juego y placer, por el interés que produce, movilizando los sentidos y las reacciones musculares que forman parte de la energía acumulado, estimulando y cooperando en su desarrollo integral (actividad de descarga).
Decroly lo considera instintivo, preparación para la vida, por la energía sobrante y la disposición estructural básica. Según su visión es un procedimiento didáctico. Introduce las loterías y los centros de interés, programas basados en la observación, la asociación y la expresión.
Montessori lo considera didáctico, ayudándolo para su autonomía y libertad, como trabajo libre, ordenado. Crea materiales didácticos para el desarrollo de los sentidos.
Rosario Vera Peñaloza (1936) impulsa el jardín de infantes en nuestro país, su visión sobre el juego es educativa y esencial por la libertad en su desarrollo y recurso para adquirir conductas sociales que la escuela demanda.
Las ideas de la Escuela Nueva provocan una renovación didáctica, mirándolo como la actividad propia de la niñez, para su desarrollo, basándose en el aprendizaje frente a la solución de problemas, dados por el docente y luego por los niños debido a las experiencias. Introduce el juego-trabajo en rincones, con evaluación del período e intercambio de lo realizado. Considera jugar a la actividad realizada al aire libre.
Los años ‘70 marcan en nuestro país una bifurcación en el concepto de juego, observándolo desde el orden y control, bajo lineamientos curriculares, PROCAD. El gobierno tiene el poder de controlar, por lo cual es abandonado, pasando los docentes a realizar actividades estereotipadas.
El juego-trabajo es juego para el niño por ser creativo y placentero y trabajo para el docente ya que plantea objetivos propios.
La democracia abre nuevas miradas, introduciendo los talleres para la comunicación, establecimiento de vínculos, reflexión, conceptualización, de hacer y sentir, de encuentro entre el docente y el alumno, de autoaprendizaje, autonomía, creatividad.
La pedagogía crítica o de los contenidos se origina frente a la desigualdad social.
El juego le brinda al niño la oportunidad de poder manifestar sus sentimientos, aptitudes, necesidades, reflejando su vida interior, su capacidad creadora, desarrollar sus potencialidades, su individualidad, su capacidad de decisión, frente a un propósito. Es goce y placer, espontáneo y libre, para un desarrollo feliz.
Es una construcción social y cultural que se trasmite y recrea entre generaciones y requiere de un aprendizaje; “se aprende a jugar”.
Pero no todos juegan de la misma manera, demostrando que el juego está condicionado por el contexto social e histórico determinado, siendo imprescindible considerar lo lúdico en el Nivel Inicial como el interjuego entre factores individuales y sociales que se condicionan mutuamente en una relación dialéctica en la cual se integran el docente, los alumnos, el conocimiento y el contexto.
Al pensar en el juego como construcción socio- histórico- social y en el niño como sujeto social insertado dentro de un contexto determinado, remite consecuentemente a pensar en las infancias de hoy, caracterizada por las desigualdades que los niños manifiestan desde lo económico, social y cultural.
El Nivel Inicial debe garantizar la presencia del juego en variadas situaciones dentro de sus prácticas de enseñanza por ser patrimonio de la infancia y un derecho del niño.
Mediante su despliegue, brinda al niño la oportunidad de desarrollar sus capacidades representativas, su creatividad, su imaginación, comunicación, ampliando su capacidad de comprensión de su propia realidad dentro de un contexto social, cultural e histórico determinado, lo ayuda a crear sus propios significados y sentidos sobre el mundo que lo rodea, como sujeto integrante y participe de una sociedad y de una cultura determinada.
El psicoanálisis le otorga un valor terapéutico, frente al poder realizar una interpretación del juego infantil.
Winnicott aborda al juego por sí mismo, otorgándole un rasgo especial “experiencia cultural o juego”, que le permite entender las situaciones “como si” (mamá hace como si se fuera, pero no se va) y supone una zona que se encuentra fuera del niño, pero que no es el mundo real y exterior en el que vive, y es donde se originan los fenómenos transicionales que darán lugar al juego. El concepto de objeto transaccional describe una tercera área de experiencia intermedia entre la pura subjetividad y la experiencia de relación con el otro, es interno y externo ya que supone un proceso de encuentro con la realidad en la infancia, que jugará un papel importante en la vida adulta.
La experiencia cultural es un espacio potencial que existe entre el niño y el ambiente; lo mismo se puede decir en relación al juego que siempre está en el límite entre los subjetivo y lo objetivo. Es un factor que varía en cada individuo dependiendo de la confianza que establezca el niño con la madre. Esta teoría aporta un modelo que da respuesta a los fenómenos interactivos que se producen en el juego teniendo en cuenta tanto los aspectos emocionales como cognitivos del desarrollo del juego infantil.
El juego brinda la posibilidad de manifestar sentimientos, aptitudes, necesidades, refleja la vida interior, la capacidad creadora y ayuda a desarrollar todas potencialidades: individualidad, capacidad de decisión frente a un propósito. Es una actividad de goce y de placer en sus primeros años de vida, espontánea y libre, que le ayuda a desarrollarse plenamente con felicidad.
Huizinga (1984) escribe la primera obra específicamente del juego, continuando en vigencia hasta los días de hoy.
Lo define como una actividad libre, una acción y ocupación con límites temporales y espaciales y reglas aceptadas libremente. Tiene un fin en sí mismo, en el que se manifiestan sentimientos de tensión y de la conciencia de “ser de otro modo” al de la vida corriente. Lo considera como uno de los elementos espirituales fundamentales de la vida.
El juego violento, la lucha, es enérgico, intenso y claro. Resulta divertido con reglas para el empleo de la violencia. Se juega para ganar o perder. Cualquier lucha vinculada a reglas limitadoras tiende a reproducir los rasgos esenciales del juego
Frente a la relación juego - saber lo sintetiza como enigma.
Cada juego tiene sus reglas obligatorias propias que determinan lo que habrá de valer dentro del mundo provisional creado.
Caillois (1985) comenta que provocan incertidumbre frente a los resultados, socializan al niño con las personas, les permite expresarse, demostrando actitudes y propicia el desarrollo personal en todos sus aspectos. Genera aprendizajes y retos personales, conociéndose a sí mismo a través de él.
Las teorías cognitivas contemplan la existencia de condiciones del ambiente que estimulan o no al desarrollo, presentan situaciones a las que hay que afrontar para el desarrollo humano, dándole importancia a la planificación del proceso de juego
Piaget relaciona las distintas etapas del juego infantil (ejercicio, simbólica y de regla) con las diferentes estructuras intelectuales o períodos por los que atraviesa la génesis de la inteligencia. De esta manera, el juego sufre transformaciones similares a las que experimentan las estructuras intelectuales. En este sentido, una de las funciones del juego es consolidar las estructuras intelectuales a lo largo del proceso en el que se van adquiriendo.
La actividad lúdica es una forma placentera de actuar sobre los objetos y sobre sus propias ideas; jugar es una manera de intentar entender y comprender el funcionamiento de las cosas y la realidad externa cuya exigencia de acomodación a ella acabaría por romper psicológicamente al niño.
Una de las criticas que se le ha hecho a Piaget es “su olvido” de la comunicación y, en concreto, de las relaciones entre iguales y el exceso de importancia que concede al egocentrismo.
Vygotsky se basa en la relación del significado y en la interioridad. El juego simbólico es muy importante para el desarrollo porque las situaciones imaginarias creadas, son zonas de desarrollo próximo que operan como sistemas de apoyo mental. En definitiva, una guía del desarrollo del niño. El origen del juego es la acción.
El juego nace de las necesidades y frustraciones. Hace falta que el niño tenga un cierto grado de conciencia de lo que no tiene para que sea capaz de entrar en una representación imaginaria que deforme la realidad para su bienestar psicológico. Para él, lo que impulsa al juego de representación.
Durante el juego. el niño puede desplazar angustias y medios ya que frente a la situación ficticia puede poner en escena situaciones o conflictivas de la realidad.
Es libre, porque el niño es quien elige jugar y puede interrumpirlo o terminarlo cuando lo disponga ya que esta libertad e intencionalidad de jugar está asociada a una acción desinteresada por el placer que siente y lo encausa al querer convertirse en jugador, mediante la creación de un mundo paralelo, imaginario, ficticio utilizando elementos de la realidad y siendo consciente de esa situación creada por él.
La regla está siempre presente de manera implícita o explícita, establecida con preexistencia o construida durante el juego y son libremente aceptadas por el jugador. Su función es delimitar el juego e suspender durante el mismo las reglas de la realidad.
En todo juego es obligatoria la presencia de las reglas ya que en la medida que se las transgrede el juego se desvanece, a su vez permite que respetándolas se aprenda a jugar en orden. Cabe aclarar que para jugar es necesario interrumpir el orden de la vida ordinaria pasando a sumergirse en un orden lúdico, y de esta manera jugará gozoso y libre con sus pares y juguetes.
El juego propiamente es pensado como objeto de enseñanza el cual no debe estar planteado como una actividad para alcanzar objetivos prefijados, más allá de que se puedan movilizar ciertos contenidos, el nivel inicial debe respetar el derecho de los niños a jugar y favorecer esta actividad a partir de situaciones que posibiliten el despliegue diferentes tipos de juegos.
Los diferentes diseños curriculares desde el año 1972 hasta la fecha, denotan la relación existente entre la etapa histórica atravesada con la puesta en práctica, en la distribu