¿Qué implica “articular” años, ciclos y niveles?
“Si el docente indaga y evalúa sistemáticamente los conocimientos previos, las hipótesis, las teorías infantiles o los niveles de conceptualización de los alumnos, no sólo podrá evitar rupturas que generen, con el tiempo, problemas mayores, sino que podrá garantizar la continuidad del proceso de construcción de conocimientos con un alto grado de significatividad para el alumno.”

La problemática de la articulación es bien antigua, como la escuela misma. Todos los años pensamos de qué manera podemos articular un año con el otro, y, sobre todo, un nivel al siguiente. Y los actores que intervenimos en la educación sostenemos que la articulación es necesaria y es un punto a repensar.


Muchos docentes llegan a acuerdos de tipo metodológico o técnico como, por ejemplo, compartir fichas de seguimiento o realizar visitas hacia el final del año al nivel o curso siguiente. Estas prácticas son valiosas, pero hay autores que consideran insuficientes.


Edith Litwin sostiene que es necesario articular el currículo, sabiendo qué es lo que los alumnos ya aprendieron para poder enlazarlo con los nuevos conocimientos a aprender.


En la misma línea, Norberto Boggino, considera que más que articular, es necesario relacionar. Boggino defiende la corriente constructivista en educación. Por este motivo plantea la idea de relacionar. Relacionar conocimientos previos con nuevos conocimientos. Relacionar los contenidos de diversas materias. Relacionar años, relacionar ciclos. Esta es la perspectiva que propone para pensar la articulación. Esto significa focalizar en el alumno, como centro, no al contenido o al método. Algunas preguntas que nos pueden ser útiles al pensar la relación pueden ser:


¿Será posible garantizar la continuidad del proceso de aprendizaje de los alumnos


a través de los años, ciclos y niveles?


¿Será posible que los alumnos puedan aprender de manera globalizada?


Si para aprender hay que relacionar lo que se sabe con lo que se va a aprender, es necesario ubicar el conocimiento de lo que los alumnos saben como punto de partida de la enseñanza. Es decir, no es suficiente con pensar articulaciones, sino que es necesario pensar “procesos sistemáticos de enseñanza que ubiquen en el centro de la escena al alumno con sus posibilidades y límites”. Si se garantizara esta continuidad, Boggino sostiene que se lograría el máximo de aprendizajes posibles.


“Si el docente indaga y evalúa sistemáticamente los conocimientos previos, las hipótesis, las teorías infantiles o los niveles de conceptualización de los alumnos, no sólo podrá evitar rupturas que generen, con el tiempo, problemas mayores, sino que podrá garantizar la continuidad del proceso de construcción de conocimientos con un alto grado de significatividad para el alumno.”


 

Bibliografía

BOGGINO, Norberto. “El constructivismo en el aula”, 2004. Ed. Homo Sapiens.

LITWIN, Edith. En página web.

 
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