Esta técnica puede usarse como un modo de evaluación. Con ella se propone mejorar el aprendizaje de los alumnos y estimular su participación en clase.

El docente les pide a los alumnos al final de la clase que respondan por escrito en media carilla a dos preguntas que pueden afectar el contenido o aquellas que fomentan la reflexión de los alumnos, por ejemplo:
- ¿Qué ha sido lo más importante que ha aprendido en esta clase?
- ¿Qué le ha resultado más confuso?
- Preguntas que valoren las percepciones, opiniones y sentimientos de los alumnos.

Las respuestas se entregan al docente firmado por el alumno o de manera anónima, dependiendo del propósito de la evaluación.

Algunas características:
• Suele realizarse en un tiempo de entre 1 y 5 minutos.
• Es importante que esta actividad no se realice en todas las clases, ya que se intenta promover la reflexión sobre la misma clase. Quizás puede emplearse en determinadas clases, según el tema enseñado, para corroborar cuánto se comprendió.
• Si el objetivo es instalar la práctica de la reflexión, otra opción es variar el formato y proponer las preguntas de manera oral.

Ventajas:
- Exige poca dedicación de tiempo y esfuerzo tanto para alumnos como para docentes.
- Indica la marcha de la clase.
- Favorece la participación activa de todos los alumnos, permitiendo al docente hacer un seguimiento individualizado de cada uno.
- Ejercita a los alumnos a reflexionar sobre la clase, sintetizar ideas por escrito.
- Permite al docente conocer las dificultades de los alumnos, pudiendo este tomarlo como insumo para modificar la planificación de la clase siguiente, reforzando aquellos aspectos que es necesario continuar trabajando con los alumnos.

Bibliografía:
Sánchez González, Mª Paz (Coord.) TÉCNICAS DOCENTES Y SISTEMAS DE EVALUACIÓN EN EDUCACIÓN SUPERIOR. Narcea Ediciones. 2010