Autor: Anijovich, Rebeca y González, Carlos.
Editorial: Aique
Evaluar para aprender. Conceptos e instrumentos es el título de la obra de los autores argentinos Rebeca Anijovich y Carlos González, que forma parte de la colección Nueva Carrera Docente, de la editorial Aique Educación. Anijovich es profesora en Psicología y Ciencias de la Educación y Magister de la Universidad de Buenos Aires en Formación de Formadores y se desempeña como docente en varias universidades. González es profesor de inglés graduado del Instituto Nacional Superior del Profesorado Joaquín V. González y Magister de la Universidad de Bath en Artes y Educación; y ha sido docente y directivo en los niveles primario, secundario y universitario.
El libro se estructura en siete capítulos, cada uno de los cuales presenta y desarrolla aspectos de la evaluación entendida como un proceso complejo, que no solamente se orienta a lo que los autores denominan “funciones de control” (aprobar, reprobar o promover a los estudiantes), sino que también sirve como herramienta práctica para la mejora de los aprendizajes.
Al presentar su obra, los autores distinguen tres funciones de la evaluación en relación con el proceso del aprendizaje: la evaluación del aprendizaje, cuyo propósito es certificar los aprendizajes de los alumnos al finalizar el proceso de enseñanza; la evaluación para el aprendizaje, que brinda información tanto a los estudiantes sobre su avance en los aprendizajes como a los docentes para la mejora de sus prácticas de enseñanza; y por último la evaluación como aprendizaje, que se centra en el uso que pueden hacer los estudiantes de la evaluación para el desarrollo de la metacognición. Los autores se ubican dentro de una concepción de evaluación formativa, a la que definen como “un proceso en el que se recaba información con el fin de revisar y modificar la enseñanza y el aprendizaje en función de las necesidades de los alumnos y las expectativas de logro para alcanzar”. Desde esta perspectiva, la evaluación cobra sentido en tanto permite ofrecer orientaciones y sugerencias a los estudiantes durante el aprendizaje, cuando aún hay tiempo para mejorar este proceso.
Los autores introducen también el concepto de evaluación auténtica para referirse al tipo de evaluación que, además de los aspectos conceptuales, considera los procesos de comprensión de los alumnos a través de su desempeño. Desde estas dos perspectivas complementarias de la evaluación –la formativa y la auténtica- desarrollan a lo largo del libro conceptos e instrumentos que servirán al docente para encarar una propuesta evaluativa orientada hacia la mejora de los aprendizajes.
En el primer capítulo, “El círculo virtuoso de la retroalimentación”, los autores abordan las contribuciones de la retroalimentación a la evaluación formativa, y plantean estrategias para brindar a los estudiantes información sobre su desempeño y, a la vez, ayudarlos a que ellos mismos puedan autoevaluarse. De esta forma, se trata que los alumnos se apropien, no solamente del contenido, sino también del propio proceso de aprender.
En el capítulo 2, “Develando los criterios de la evaluación”, se presentan y describen distintos instrumentos que sirven para transparentar el proceso de evaluación: las listas de control o cotejo, las escalas y las matrices de valoración. Las descripciones se acompañan de ejemplos y consejos para la implementación.
El tercer capítulo, llamado “Las contribuciones de la autoevaluación y la evaluación entre pares”, pone de manifiesto el modo en que los alumnos pueden participar en forma activa en el proceso de evaluación durante el trabajo cotidiano del aula. Se trata de que ellos mismos evalúen sus producciones o la de sus compañeros, así como los procesos mediante los cuales las realizaron. Para eso, se explican varias técnicas: mapa conceptual, red conceptual, cuadro de doble entrada, cuadro de situación, triángulos y semáforos.
Los siguientes capítulos se orientan a profundizar en instrumentos y estrategias de evaluación que suelen ser utilizadas en las aulas.
El capítulo 4, “Volver a pensar en las preguntas orales”, resalta la importancia de planificar las preguntas que se utilizan en los exámenes orales, focalizando tanto en el propósito como en su forma.
El capítulo 5, “Consignas claras: el valor de la palabra escrita”, resalta la importancia de formular con claridad las tareas que se solicitan a los estudiantes. Para ello se enuncia una tipología de consignas, se describen sus características y se presentan ejemplos que ilustran el uso formativo de las pruebas escritas.
El capítulo 6, “Un instrumento integrador: los portafolios”, desarrolla una forma alternativa de evaluar los procesos, los cambios y las mejoras en el aprendizaje que consiste en reunir una colección de trabajos producidos por los estudiantes durante un período para reflexionar sobre el proceso de aprendizaje y evaluar el logro de las metas propuestas.
En el capítulo 7, “El error como oportunidad de aprender”, se examinan conceptualizaciones acerca de los errores en los procesos de aprendizaje que permiten utilizarlos como oportunidades de mejora. También se describen estrategias para la corrección de los errores cometidos en el aula y en las evaluaciones.
El libro Evaluar para aprender. Conceptos e instrumentos interpela al docente con un lenguaje simple y directo, y lo conduce a analizar sus prácticas de evaluación y reflexionar sobre las concepciones que sustentan sus acciones. A lo largo de toda la obra se logra comprender la estrecha relación entre la evaluación formativa y la mejora de la enseñanza y los aprendizajes. Por este motivo, la lectura de este libro constituye un aporte significativo tanto para aquellos que se inician en la docencia, como para los maestros y profesores que cuentan con experiencia pero desean reflexionar sobre la práctica en pos de su mejora. |