La comunicación como contenido
En los grandes centros urbanos se fueron incorporando, entre otros elementos, situaciones de violencia que impactan, por supuesto, en las relaciones que se dan en las escuelas, ya sea entre alumnos y docentes, entre docentes y entre alumnos. ¿Cómo podemos trabajar eso en las aulas? María José Orueta propone trabajar la comunicación como un contenido más.


Los vertiginosos cambios sociales de los últimos tiempos han impactado en los alumnos y en sus diferentes formas de relacionarse. La violencia que llega a la escuela, ya sea por sus realidades o por la sociedad en general, debe ser un “contenido” a trabajar transversalmente en toda su escolaridad porque, para muchos de los alumnos, ésos son los códigos en los cuales han crecido y es la forma en que han sido educados.

La comunicación se fue “transformando” en agresión, física o verbal, transgresión de normas, exponiendo o exponiéndose a riesgos o a situaciones desagradables que generan el rompimiento de vínculos afectivos, indispensables para el crecimiento sano de cualquier ser humano.

Haciendo el ejercicio de considerar a la salud como un triángulo equilátero, que representaría la unidad humana, cuyos lados serían: cuidado físico, cuidado emocional o mental  y cuidado social, la comunicación sería así “la guía” que equilibra todos los lados.  Si cualquiera de estos tres aspectos se desequilibrara el triángulo pierde sus propiedades como triángulo equilátero.

 


 

Si bien la escuela sostiene, controla y actúa sobre cada uno de los lados de ese triángulo, el desarrollo social es el lado que la escuela debe reforzar  y  acompañar para asegurarse la inserción y la inclusión de ese niño en la sociedad actual.  Muchos docentes nos preguntamos desde dónde abordar este tema de comunicación para promover una red de vínculos saludables. El primer aspecto al que se debe apuntar es el afectivo y de contención: dos aspectos fundamentales de apertura para poder crear un vínculo de confianza en la escuela. Si este vínculo no se instala entre los docentes y los alumnos, todos nos volvemos  víctimas  y victimarios de estas problemáticas de violencia.

Un aspecto importante a destacar es el conocimiento de uno mismo, con sus emociones deseos y necesidades. Luego el trabajo grupal: sus obligaciones y reconocimiento de roles. Es ahí donde debemos apuntalar el cómo me relaciono con el otro,  analizar si tengo en cuenta su singularidad, por ejemplo. Obtenemos así, por medio de una comunicación fluida, acuerdos, consenso, cambio de roles, etc.  El despertar esta actitud crítica, brindando el espacio para ser expresada,  permite el conocimiento de todos los alumnos entre sí y fortalece los vínculos, mejorando la convivencia escolar, que luego, formará parte de la manera de ser de ese individuo y mejorará su convivencia en todo su entorno: familiar y social.

En ese curriculum “oculto”, que denominamos los docentes, la comunicación cumple un rol estratégico ya que ayuda al alumno a crecer valorando, respetándose y respetando la dignidad de las personas. Se debe lograr que el mismo alumno  reconozca el valor y el poder de una verdadera comunicación y todos los beneficios físicos, emocionales y sociales que esto le brinda manteniendo el “triángulo equilátero” en perfecto equilibrio.  Si crece tomando conciencia de las implicaciones de la violencia en su vida cotidiana, él será autónomo para elegir vivir sin violencia, por su propio bienestar, no ocultándola sino utilizando la herramienta de la comunicación como el camino más rápido y más gratificante para transcurrir su vida en armonía.

 
 
María José Orueta - Directora de Escuela Primaria
Profesora de Enseñanza Primaria.
Profesora de Adultos Adolescentes
Especialista en Formación de Formadores
Especialista en Mediación Escolar
Tecnicatura superior de en Administración y conducción educativa
 
[hupso]
 
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