La educación de jóvenes y adultos (EDJA), en nuestro país, se ha caracterizado desde sus inicios por su heterogeneidad. Esta heterogeneidad puede observarse en dos dimensiones.
La primera que hace referencia a la diversidad de los estudiantes, en tanto, presentan diferencias etarias, de capital cultural, de origen social.
La segunda dimensión nos presenta una variedad de propuestas formativas que van desde la educación formal (CENS, Programa Adultos 2000, Primarias para jóvenes y adultos, exámenes libres para certificar la finalización de un ciclo) hasta experiencias en la educación no formal que buscan capacitar para el trabajo, integrar acciones comunitarias o incentivar la participación social y política junto a una mirada crítica de su propia realidad. (Brusilovsky y Cabrera, 2006).
A su vez, estas propuestas formativas han tomado alternativas ideológicas muy distintas respecto de las concepciones acerca del conocimiento, del alumno, de la relación pedagógica. Estas alternativas van desde concepciones tradicionales que sólo buscan la acreditación y la adaptación de los sujetos al mercado; hasta la formación de un currículum que surge desde el contexto del alumno adulto y posibilita la construcción de una ciudadanía crítica.
En los EE.UU. la EDJA presenta algunas características similares a la nuestra respecto a la heterogeneidad de su población. Nos encontramos con adolescentes que no han podido terminar su escolaridad secundaria por razones diversas como embarazo temprano, problemas de adaptación escolar, situaciones familiares complejas; junto a inmigrantes que requieren una certificación escolar para integrarse al mundo del trabajo. Sin embargo, las ofertas difieren respecto a las de la CABA.
La oferta se compone de dos alternativas:
1.- Programa ABLE (Adult Basic Literacy Education): consiste en una estrategia tutorial presencial y/o virtual para rendir un examen llamado GED (General Education Development), en 5 áreas, Matemática, Lengua (redacción y lectura), Ciencias Naturales y Estudios Sociales. En algunos estados el examen puede rendirse en español. Su acreditación es equivalente al nivel secundario y habilita para el ingreso a la universidad y al mundo del trabajo.
Los estudiantes, todos mayores de 18 años, asisten a clases según sus necesidades. El examen presenta el formato de la elección múltiple para todas las áreas. El estudiante sólo abona el examen, no la preparación para el mismo.
2.- Escuela secundaria para jóvenes fuera de la edad escolar: esta propuesta sólo está disponible para los jóvenes de 17 a 21 años. Mayoritariamente los estudiantes que asisten a esta propuesta presentan características de vulnerabilidad social. Asisten sólo 3 horas por día, y el ritmo de estudio es personal junto a la guía de un tutor para cada área de conocimiento. Los estudiantes trabajan en forma autónoma con una computadora, y en ocasiones se realizan clases grupales. La asistencia es obligatoria y no hay graduación física.
Es clara la diferencia entre ambas propuestas. Las ofertas en los EE.UU. privilegian el trabajo individual sobre el grupal, junto al ritmo del estudiante para internalizar los contenidos a aprender. En el programa ABLE se observa gran flexibilidad respecto de la asistencia y el tiempo en el que el alumno puede avanzar en su trayecto formativo.
Por otro lado, en el Programa ABLE, los tutores no tienen posibilidad de modificar aquello que se debe enseñar. Existen materiales previamente diseñados para preparar el examen que acredite la finalización de los estudios secundarios. Aquí el currículum es absolutamente prescriptivo, en tanto, hay una evaluación externa que no confecciona el tutor.
En nuestro país, la EDJA ha privilegiado en su gran mayoría, la enseñanza grupal. Hemos constituido escuelas, espacios en donde convivimos durante algunas horas todos los días del año escolar; y en esa convivencia se produce el intercambio entre estudiantes y docentes. La EDJA no olvida que en la escuela se construye ciudadanía, y que a partir de ella se puede habilitar la formación de jóvenes y adultos protagonistas de su propia historia.
Tal vez, debamos pensar en estructuras más flexibles para los adultos, sin descuidar la significatividad de los contenidos, la estabilidad laboral docente y nuestras concepciones sobre el acontecer pedagógico.
Las políticas públicas de los próximos años respecto de la EDJA deberán agendar éstas y otras cuestiones a los efectos de generar mayor inclusión social.
Bibliografía:
BRUSILOVSKY, S. y CABRERA, M., “El campo de la educación de adultos. Su diversidad conceptual y política.”, en: BRUSILOVSKY, S., Educación escolar de adultos, Buenos Aires, Noveduc, 2006.-
Lic. Alejandro Alurralde
Director CENS N°10 - DE 10
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