Profesor Emérito de la Universidad de Varsovia. También ha enseñado en las universidades de Leeds, Tel Aviv y en la London School of Economics.

“La cultura líquida moderna ya no siente que es una cultura de aprendizaje y acumulación, (…) sino una cultura del desapego, de la discontinuidad y del olvido”.

En este libro, el prestigioso sociólogo polaco retoma su conocida tesis de la liquidez de las sociedades posmodernas. La sociedad líquida que describe Bauman es una donde las estructuras tradicionales se derrumban y los vínculos se vuelven frágiles y líquidos. Estas transformaciones generan incertidumbre y desconcierto, porque los roles tradicionales dentro de las instituciones deben reconfigurarse y adquirir nuevo sentido. Una de las instituciones que atraviesa por este derrumbe es la escuela, y dentro de ella, los roles esperados de docentes y alumnos, que enfrentan desafíos desconocidos décadas atrás.

Uno de los temas que aborda Bauman en el texto son las implicancias de la crisis económica en la educación de los jóvenes europeos. Luego de décadas de crecimiento y expansión económica, donde estos jóvenes fueron adoctrinados para sobrepasar a sus padres, de repente se enfrentan a un mundo volátil y transitorio, sin empleos perdurables. Más aún, la pérdida de sentido se acrecienta incluso para aquellos que hicieron todo lo que pudieron para alcanzar el éxito – por ejemplo, conseguir un título universitario.

El académico polaco también profundiza sobre otras categorías que considera fundamentales para comprender el contexto actual. Por un lado, la sociedad de consumo cada vez más exhacerbado; por otro lado, el creciente multiculturalismo y la falta de integración y asimilación de los extranjeros a las sociedades receptoras. Además, la cada vez mayor distancia entre los gobernantes y los gobernados, donde los primeros se vuelven incapaces de prestar atención genuinamente a la miseria de la gente.

En esta misma línea, Bauman reconoce que las sociedades líquidas actuales se caracterizan también por no exisitir ninguna autoridad legítima, provocando que los hombres y mujeres se sientan a la deriva y faltos de anclaje. En la búsqueda de un referente a quién seguir, los jóvenes acaban por las tendencias del consumo y del marketing, inmersos en la sociedad de consumo actual. El placer, el confort, lo que es conveniente y la reducción del esfuerzo son las apuestas de una economía gestionada por el acto del comprar.

En este contexto, Bauman vuelve a recordarnos que el invariable propósito de la educación siempre seguirá siendo la preparación de los jóvenes para la vida; una vida de acuerdo con la realidad en la que están destinados a entrar. La educación que están recibiendo, sin embargo, no está pudiendo proveerles sentido en un contexto de cambios, incertidumbre y riesgos. Las consecuencias están a la vista: muchos jóvenes acaban por refugiarse en el mundo de los juegos online y de relaciones virtuales, de anorexia, depresión, alcohol e incluso drogas duras, conductas violentas y consumo excesivo.